EL TIEMPO NO EXISTE, EL DUENDE SI
El tiempo, esa obsesión humana de
intentar dividir lo indivisible. Qué curioso resulta pensar en el Duende del
Sur escribiendo sobre cosas que quizás ocurrieron, o quizás no, o que tal vez están
ocurriendo en algún rincón de este mundo obsesionados con medirlo todo. Porque,
claro, ¿Qué sentido tendría admitir que las historias del Duende están ancladas
al presente? Eso sería como intentar que el viento siga un mapa: imposible y un
poco absurdo.
Las reflexiones del Duende son
atemporales, un guiño para aquellos que intentan clasificarlo todo. Porque los
escritos del Duende pueden parecer esas canciones que no sabes a que, o quien
te recuerdan, pero sabes que te recuerdan a algo o alguien. Todo, absolutamente
todo, está escrito ya, pero nadie sabe cuándo se escribió. Al Duende le gusta
jugar con ese tiempo inexistente, esa fantasía de que el pasado, el presente y
el futuro son solo excusas para darle sentido a algo que no lo tiene y, en el
fondo, tampoco lo necesita.
Porque admítelo, medir el tiempo
es como intentar atrapar el agua con las manos: mientras más aprietas, más se
te escapa. Y sin embargo aquí estamos los humanos con esa obsesión de
etiquetarlo todo: “esto fue ayer”, “esto será mañana” … como si con esa pretensión
de control pudiésemos detener el constante fluir de lo que simplemente es. Pero
el Duende, hace tiempo que lo entendió todo. Él sabe que no hay fronteras
entre lo que pasó y lo que está por venir, en ese ahora es donde el Duende esta
mas cómodo, porque sabe que el tiempo no es más que un invento ingenioso para
tranquilizar las mentes asustadas. Y por eso empezó a escribir, no para dar
respuestas, sino para desmontar preguntas, pero recordar que el cuándo, nunca
fue importante.
Y esa es la magia del Duende,
nunca sabrás si está contando su historia o la tuya; o simplemente está contando
una historia que pasó en ese momento por su cabeza. Las palabras del Duende no
tienen ni dueño, ni época, están en un limbo entre lo que fue, lo que pudo ser
y lo que será. Y ahí desata el Duende su ironía: porque lo que fue, lo que pudo
ser y lo que será, no existe; porque lo que realmente existe es el ahora, lo demás
son simples proyecciones.
El tiempo no existe, pero el
Duende sí. Y aunque no sepas si lo que estás leyendo, ocurrió o está
ocurriendo, aquí sigue dejando reflexiones en un no-tiempo que se leen en un
ahora que tampoco es del todo cierto. Es en realidad un juego perfecto, porque
nadie puede contradecirle: “Eso ya pasó”, dirá el Duende. “No, lo estás
viviendo ahora”, dirás tú. Y así podréis discutir sin llegar nunca a nada …
como el propio tiempo.
El Duende no escribe en presente pero
tampoco lo hace en pasado, porque admitirlo sería romper la magia. El Duende escribe
desde un lugar imposible, un espacio donde todo ya fue, todo será y, de alguna
forma extraña, todo ya es. En ese limbo, el tiempo deja de importar, porque
nunca importó. Si no sabes cuándo ocurrió lo que lees, probablemente estás
entendiendo al Duende y si necesitas saber cuándo pasó, ya te lo perdiste.
Al final, ahí radica la verdadera
esencia de sus palabras. No son respuestas, tampoco son certezas, son espejos
que reflejan un tiempo que no puede medirse. Y es que medir el tiempo, es como
intentar entender al Duende.
Duende del Sur


