ELEGIRME FUE SOLTARTE


Carta a ti, que aún miras desde lejos

Han pasado muchos años desde que lo nuestro terminó. No estoy escribiendo esto porque te eche de menos, ni porque quede algo por resolver entre nosotros. No es una carta que busque volver a nada. Es una carta que nace desde otro lugar: la claridad.

Cuando te conocí, era casi imposible encontrar una foto tuya. Alguna perdida en tu Facebook, casi por descuido. Eras el “chico misterioso”, y ahí estaba parte de tu encanto: en cómo preservabas tu intimidad, en cómo elegías lo que mostrabas y lo que no. Ahora, en cambio, todo está a solo un clic. Una exposición constante, casi medida. Y no lo digo como crítica, ni como reproche sino como evidencia de cuánto ha cambiado tu manera de estar en el mundo… o de cuánto estás intentando mostrar otra versión de ti.

Te observo, de vez en cuando, sin buscarlo. A veces te haces presente de forma extraña, como quien quiere aparecer sin ser visto del todo. Desbloqueas, bloqueas. Desbloqueas, miras una historia, vuelves a bloquear. Y no lo has hecho solo una vez.

Y lo que me asombra ya no es que aparezcas. Es lo que veo en la contradicción.

Porque según tus redes —esas que antes criticabas tanto— hoy eres feliz. Casado. Compartiendo tu vida con alguien que, por lo que publicas, parece ser el amor definitivo. Hablas de felicidad, de estabilidad, de plenitud. Pero tus gestos en la sombra dicen otra cosa. Como si una parte de ti no pudiera soltar. Como si algo te siguiera arrastrando al pasado, aunque ya no tenga sentido.

Y te lo digo con la calma de quien ya no está herido: me sorprende, pero no me afecta. Ya no. Porque yo hice el trabajo que tú, por alguna razón, decidiste no hacer.

Yo también estuve perdido. Tras la ruptura, durante un tiempo, caí en el juego de llamar tu atención. Quise que me vieras, que supieras que seguía ahí. Fui pequeño, inseguro, dependiente. Pero no me quedé en ese lugar. Salí. Miré hacia adentro. Me reconstruí. Dejé de actuar desde el dolor y empecé a vivir desde la paz.

Tú, en cambio, sigues interpretando un personaje que no eras cuando te conocí. Tú no coleccionabas cuentas en todas las redes sociales. Tú no publicabas tu vida. Tú criticabas a los que lo hacían. Decías: “¿Qué necesidad tienen? ¿Qué necesidad hay de publicar eso?” Pues ahora se ve que sí tienes esa necesidad. Porque si hay algo que nunca falla, es la ironía de convertirnos en aquello que más despreciamos. Olvidando algo esencial: que lo poco gusta y lo mucho cansa.

Cuando estábamos juntos, también noté que algo no iba bien. Seguías pendiente de tu ex, de alguien que todavía tenía un espacio, por lo menos, en tu cabeza. Y eso me hizo sentir pequeño. Me llenó de inseguridades. Me convirtió en alguien que no era. Hoy lo veo con distancia y sin culpa. Y, sobre todo, con comprensión. Porque reconozco el patrón. Ese patrón que te lleva a buscar nuevas historias mientras sigues aferrado a capítulos anteriores. Parece que te gusta, que las personas que te acompañan en el presente, vivan siempre con la sombra de las personas de tu pasado. Y eso, aunque no lo digas, pesa. Y mucho.

Ese mismo patrón que sigues repitiendo, solo que con otras personas. Y sí, puedes estar casado, puedes aparentar felicidad, pero mientras sigas anclado al pasado, ningún presente será verdadero. Puedes decir que has avanzado, pero no se avanza si aún necesitas ver, o que un ex te vea, aunque sea en silencio.

Quizá no te das cuenta. O quizá sí, pero no sabes cómo salir de ahí. No lo sé. Pero si has llegado a leer esto, quiero que sepas algo: yo ya no estoy en ese juego.

Ya no me perteneces, ni te pertenezco. Y no porque haya rencor. Al contrario: porque finalmente encontré la paz que tú, de alguna manera, sigues buscando.

Ojalá algún día dejes de actuar para el mundo y empieces a mirar hacia adentro. Ojalá puedas vivir una vida tan honesta por dentro como la que proyectas por fuera. Ojalá puedas dejar de visitar pasados que ya no te pertenecen, y te atrevas a construir algo real, desde la coherencia, sin tener que esconderte detrás de una pantalla.

Yo hace muchos años que ya no te espero. No porque te rechace, sino porque me elegí a mí.

Y eso fue lo más difícil… y lo más necesario.

Ojalá tú también te elijas algún día.

🐨 8776 (pretérito)

Duende del Sur


 

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