PROFECÍA CUMPLIDA
Gracias a todos los que me habéis
escrito estos días. Me han hecho sonreír quienes hablaban de haberme marcado
un Shakira. Os leo, y me hace gracia. Porque, la verdad… nunca lo vi así. Ni
lo escribí con ese plan. No fue estrategia ni catarsis premeditada. Simplemente
salió. Como salen las cosas de alguien que lleva años guardando silencio.
Lo que hice no fue soltar bombas,
fue soltar peso. Y no para que explotara algo afuera, sino para que yo pudiera
respirar mejor.
Hay quienes piensan que lo que se
cuenta en voz alta es lo más importante. Pero no. Lo importante no es lo que se
dice ahora, sino lo que ya se dijo hace mucho. Lo esencial ya estaba hablado.
Con los míos. Con mi gente. Con quienes han estado cerca, incluso cuando no
entendían nada, hasta que lo entendieron todo. A ellos no les he contado nada nuevo…
porque ya lo sabían absolutamente todo desde hace años. Palabra por palabra.
Detalle por detalle.
Y lo curioso es cómo, después de
tanto tiempo, todavía hay quienes siguen buscando una reacción. No una
respuesta, no un cierre… solo eso: la chispa, el fogonazo, el ruido. Pero el
Duende, cuando aparece, no da solo reacción. Da reacción y respuesta. Dos por
uno.
Así que si alguien pensaba que
aún había algo por decir… no. Ya estaba dicho. Solo que ahora se ha escuchado
en voz alta.
Porque algunos piensan que, como
ellos siguen actuando como en el año 2020, los demás también nos quedamos allí.
Pero no. Yo estoy en el 2025. He cambiado, he evolucionado. Pero estas son las
mismas personas que no creen que otros puedan cambiar, simplemente porque ellos
son incapaces de hacerlo. Y su comportamiento estanco es la prueba de ello.
Pero aquí volvemos a lo de
siempre: Ego vs. Ser. El Ego es el que cree en el ataque, el que desbloquea y
bloquea, el que se preocupa por el hombre de Vitruvio. Mientras que el Ser es
el que entiende el lenguaje del perdón.
¿Sabéis por qué entiende ese
lenguaje? Porque perdonar es una de las acciones más profundas y poderosas que
existen. No lo hacemos por la otra persona, lo hacemos por nosotros mismos.
Cuando perdonas, no solo estás perdonando al otro, también te estás perdonando
a ti. Y en ese acto, esa conexión, ese lazo invisible de energía que queda
entre dos personas, se disuelve. Y ahí radica la paz: en liberar la energía.
Ya lo hablamos alguna vez: lo
contrario del amor no es el odio, es la indiferencia.
Y, al final, todo ha sido una
profecía. Nada ha sorprendido. Porque aquello que hablamos alguna vez, lo has
ido cumpliendo punto por punto, como si hubieras seguido el guion escrito. Es una
sensación que me hace creer tanto en el “tercer ojo” —la intuición— como
me hace creer en los patrones de comportamiento.
Así que sí: Profecía cumplida.
Y oye… halagado que me siento.
Entre tanta felicidad, y entre post y post, has tenido un ratito para mí.
Aunque sea para algo tan tóxico. Pero bueno, hay que ser agradecido.
Duende del Sur