LA ATRACCIÓN DE LA SOMBRA

 


Como un eclipse solar, la vida y la naturaleza nos enseña que la sombra también tiene su lugar en el ciclo.

Atraes a las personas que encarnan aquello que rechazaste de ti mismo. Y después, sin darte cuenta, las odias por tenerlo.

Al principio no lo notas: esa persona te fascina, te deslumbra, parece traer algo nuevo, algo que te completa. Pero con el tiempo, lo que antes admirabas comienza a incomodarte, incluso a desesperarte. Y no es que el otro haya cambiado: lo que estás viendo no es a tu pareja tal cual es, sino a tu propia sombra proyectada. Estás contemplando tu inconsciente con brazos y piernas. Estás frente a esa parte de ti que alguna vez fuiste y que decidiste esconder para que te quisieran, para poder pertenecer, para sobrevivir, para sentirte aceptado.

Por eso, al principio te sentías atraído: porque reconocías —aunque sin saberlo— aspectos tuyos que un día rechazaste por miedo.

La vida es ingeniosa en ese sentido:

 - El niño que cargó con todo en silencio terminará rodeado de quienes nunca cargan nada.

 - Quien buscó dominar el caos se verá siempre frente al desorden.

 - El que apagó su sensibilidad reconocerá, con mezcla de asombro y molestia, a quienes sienten demasiado.

 - El que aprendió a callar se topará con voces que nunca hacen pausa.

 - Quien vivió complaciendo chocará con el que solo sabe pedir.

 - El buscador de armonía se desesperará ante quien no teme al conflicto.

 - La que escondió su fragilidad se irritará con la fragilidad ajena.

 - El que juró ser fuerte hallará debilidad en cada espejo.

 - Quien aprendió a huir se encontrará frente a la inmovilidad.

 - El que reprimió sus deseos se incomodará ante el desborde de los otros.

 - Quien se entrenó en la razón arderá de rabia ante lo irracional.

 - La perfeccionista se verá atraída —y herida— por quien celebra la imperfección.

 - El salvador se encontrará con quien exige ser rescatado.

 - Quien se prohibió necesitar chocará con el necesitado.

 - El que se volvió invisible no soportará a quien reclama toda la luz.

 - Y quien negó sus sueños un día odiará al soñador.

El patrón siempre es el mismo: lo que más te irrita no es ajeno a ti, es algo tuyo que olvidaste integrar.

Por eso es importante entenderlo: tu pareja no está ahí para completarte, sino para mostrarte lo que necesitas sanar. Tanto la atracción como el rechazo son mensajes de tu psique, susurrándote: “ahí está tu medicina, ahí está lo que debes comprender”.

El verdadero conflicto no es con la persona que tienes delante, sino con tu resistencia a recibir esa medicina. Resistirte es condenarte a repetir una y otra vez la misma historia, con distintos rostros, pero con la misma herida.

Cuando recuperas esa polaridad perdida, dejas de buscarla afuera. Dejas de atraer siempre lo mismo. Dejas de convertir la fascinación en guerra y el deseo en resentimiento. Entonces entiendes que el otro nunca vino a salvarte ni a destruirte: vino a devolverte lo que habías perdido de ti.

Porque lo que más odias en el otro nunca fue suyo: siempre fue tuyo, esperando que lo aceptes, lo abraces y lo integres.

Duende del Sur


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