LA MENTE DEL ACOSADOR@ LABORAL
El guion oculto detrás del acoso
laboral.
No siempre lleva un plan maestro
escrito, pero la estructura mental de l@ acosador@ laboral sigue un patrón
inquietantemente preciso. Carl Jung diría que es un arquetipo: una figura que
aparece en distintos lugares y épocas, con distintos rostros, pero con el mismo
guion oculto.
Todo empieza en un núcleo frágil:
una inseguridad que no se atreve a mostrar. A simple vista parece segur@,
firme, incuestionable. Pero por dentro vive con el miedo constante de ser desplazad@,
de que alguien brille más. Cada logro ajeno se siente como un recorte de su
propia sombra, y eso le impulsa a mantener un control férreo sobre su entorno. Si alguna vez has sentido que tus avances
despiertan incomodidad en lugar de reconocimiento, conoces esa sombra que
empieza a envolverlo todo.
Ese control no se limita a tareas
o información; también alcanza emociones y relaciones. Quiere decidir quién se
siente aceptad@ y quién queda fuera, quién puede hablar y quién debe callar. Y
para lograrlo no necesita gritar ni imponer órdenes explícitas: basta con
pequeñas maniobras invisibles. Un comentario ambiguo aquí, un dato omitido
allá, un gesto que parece casual pero que coloca a alguien en el lugar exacto
donde quiere. Quizás lo has sentido: un detalle
mínimo que te dejó dudando todo el día, como si hubieras hecho algo mal sin
entender qué.
Su arte favorito es el
aislamiento. No aparta a la gente de forma brusca; simplemente va desplazando
sillas hasta dejarte sol@. Siembra dudas, alimenta rumores y deja caer frases
que, aunque vagas, generan desconfianza. De
pronto notas silencios donde antes había complicidad, miradas que evitan
cruzarse contigo, una sensación creciente de que poco a poco te van retirando
los apoyos.
Si alguien le confronta, despliega
su herramienta más efectiva: reescribir la realidad. “Eso nunca pasó”, “Lo estás exagerando” … Poco a poco, la víctima
empieza a cuestionar sus propios recuerdos, su juicio, incluso su salud mental.
Y ahí entras tú: dudando de ti mism@,
revisando conversaciones, preguntándote si será tu memoria la que falla.
También pone a prueba la lealtad
de quienes le rodean. Desde tareas innecesarias hasta confidencias envenenadas,
mide quién se doblega y quién se resiste. No busca resultados: busca
obediencia. Su energía proviene de tener a tod@s bajo vigilancia emocional
constante. En ese terreno, trabajar bien
deja de importar: lo que cuenta es evitar desencadenar el próximo estallido.
Frente a terceros, mantiene una
impecable máscara de cordialidad. Se muestra dispuest@, colaborador@, incluso
afectuos@. Cuando estalla el conflicto, se coloca en el centro del escenario
como el/la más perjudicad@: “Yo solo
intentaba ayudar”. Y lo dice con tal convicción que much@s le creen. Si alguna vez intentaste explicar lo que
pasa y recibiste miradas incrédulas, sabes lo desolador que resulta.
La culpa es otra de sus armas
favoritas. Cuando algo sale mal, logra que parezca que la responsabilidad recae
en tod@s… menos en él/ella. La víctima termina convenciéndose de que es “demasiado
sensible” o de que “no sabe trabajar en equipo”, aunque el verdadero problema
sea la hostilidad que le rodea. Y llega
un punto en que empiezas a cargar con un peso invisible: cada error parece
tuyo, aunque no lo sea.
El verdadero premio no son los resultados
ni el éxito del equipo: es la energía que extrae del caos. Cuanto más tens@s y
agotad@s están l@s demás, más poderos@ se siente. Ha conseguido que tod@s
ajusten su ánimo al termómetro invisible de su humor. Por eso, incluso en los días aparentemente tranquilos, puede que te
descubras en alerta, esperando el próximo cambio de viento.
Vivir cerca de alguien así no
deja cicatrices visibles, pero sí profundas: la tensión se normaliza, la alerta
se vuelve constante, y la calma empieza a parecer sospechosa. Si has llegado a
pensar que esto “es lo normal” en el trabajo, ahí está la trampa: el caos se ha
disfrazado de rutina.
La advertencia es clara: mientras
el malestar se confunda con “lo normal”, nadie percibirá el verdadero alcance
de su influencia… y la tormenta seguirá gobernando en silencio. Pero reconocer
el patrón es el primer paso para romperlo.
Al final, quien domina el caos no
lucha contra él: lo convierte en ley y espera que tod@s aprendamos a obedecer.
Así gobierna: no con órdenes,
sino con la sombra que tod@s aprenden a temer.
Porque el caos, cuando se
normaliza, ya no necesita verdugo: se ejecuta solo.
Duende del Sur
Nota final: Este artículo es un texto reflexivo sobre los patrones psicológicos que suelen aparecer en situaciones de acoso laboral. No se refiere a ninguna persona en particular, sino a un fenómeno descrito en estudios de psicología y sociología del trabajo.
Si te reconoces en alguna de estas dinámicas, recuerda que existen marcos legales y profesionales que pueden ayudarte, como la Inspección de Trabajo, los sindicatos o la atencion psicológica especializada en entornos laborales.
Test de identificación: ¿Podrías estar viviendo acoso laboral?
Responde con Sí o No a estas preguntas:
1. ¿Sientes que debes caminar con cuidado, midiendo cada palabra o gesto frente a tu jef@ o compañer@?
2. ¿Percibes que se te asignan tareas injustas o que otr@s reciben privilegios que tú no tienes?
3. ¿Experimentas un estrés constante, ansiedad o insomnio relacionado con tu trabajo?
4. ¿Notas que la información importante se te oculta o que te dan instrucciones ambiguas a propósito?
5. ¿Te culpan por errores que no son tuyos o se exagera tu responsabilidad en conflictos?
6. ¿Observas manipulación entre compañer@s para crear tensión o división dentro del equipo?
7. ¿Sientes que tu opinión o tus logros son ignorados, minimizados o tergiversados?
8. ¿Te resulta difícil relajarte incluso fuera del trabajo, anticipando problemas o conflictos?
9. ¿Sientes que no puedes confiar plenamente en tus compañer@s por temor a comentarios o chismes?
10. ¿Te sorprendes justificando el comportamiento negativo de alguien o normalizando situaciones de tensión constante?
11. ¿Has empezado a dudar de ti mism@, de tu memoria o de tu capacidad profesional por comentarios que recibes?
12. ¿Sientes que, aunque trabajes bien, nunca es suficiente y siempre te colocan en una posición de deuda o fallo?
Interpretación rápida:
- 0–2 respuestas “Sí” → Probablemente no estás en una situación de acoso laboral sistemático.
- 3–5 respuestas “Sí” → Podrías estar experimentando conductas negativas que merecen atención y límites claros.
- 6–8 respuestas “Sí” → Es muy probable que estés dentro de un entorno laboral tóxico; buscar apoyo sería recomendable.
- 9 o más respuestas “Sí” → Todo apunta a acoso laboral prolongado. No es tu culpa, y buscar ayuda externa (legal, psicológica o sindical) puede ser un paso necesario para protegerte.