EL LOCO SOY YO
Le llamaban “loco,” pero jamás se
tomaron el tiempo para preguntarse si esa “locura” no sería simplemente la
forma en la que se vio obligado a enfrentar algo que le desbordaba. Nadie se
molestó en entender cómo cambió su vida cuando se topó con una realidad
devastadora, que llegó de un lugar inesperado y que podría transformar todo lo
que él era. Se halló solo, atrapado en medio de un miedo silencioso, sin nadie
que le tendiera una mano, sin respuestas, sin un camino claro. De repente, todo
se volvió oscuro, el miedo se apoderaba de él todos los días.
Era una situación inmensa que le
ahogaba a diario. El miedo crecía en su interior, mientras intentaba convivir
con una amenaza silenciosa. Quería aferrarse a lo que había sido importante
para él, pero cada día era un nuevo desafío. Su entorno era desconocedor de la situación
y el silencio se convirtió en su única compañía. Nadie parecía dispuesto a
detenerse y comprender lo que significaba enfrentarse a un temor que lentamente
se transformaba en desesperación. Así, se perdió en sus pensamientos y sus
miedos, tratando de sobrevivir bajo una carga que se hacía cada vez más difícil
de llevar.
Y luego, cuando ya no pudo
sostenerse más, cuando la presión comenzó a quebrarle, apareció esa palabra. Lo
llamaron “loco” con la misma facilidad con la que otros habrían brindado una
sonrisa o una mirada comprensiva. Para ellos, eso era suficiente para explicar
su dolor, suficiente para olvidar que todo había surgido de una angustia que le
consumía lentamente.
Nunca se detuvieron a considerar
si su “locura” era, en realidad, la forma en que una mente abrumada intenta
encontrar sentido a algo que no podía soportar. Se aferraron a esa palabra como
un juicio fácil, lanzándola sin detenerse a pensar en lo que significaba
habitar en un miedo tan profundo.
Lo que le resulta más
sorprendente es que, aun sabiendo el impacto que una experiencia así podría
tener en cualquier relación, decidieron no hacer nada. Fue solo cuando
comenzaron a ver su dolor a simple vista que encontraron las palabras que
creían adecuadas para definirle, las palabras que pensaron resumían su lucha
silenciosa. Y así, mientras se desgarraba en la sombra de lo incomprendido,
ellos ya habían encontrado su respuesta: “loco.”
Porque al final, si ellos jamás
pasaron por lo que él pasó, nunca entenderán que lo que llamaron “locura” era
simplemente el resultado de un alma empujada al límite, por lo que jamás
tuvieron ellos que enfrentar.
Duende del Sur